miércoles, 11 de marzo de 2009

El testimonio de Jhovanny




Un 5 de diciembre hace veinticuatro años, entre gaitas y algarabías, nació Jhovanny
El recuerda su vida más o menos a partir de los cuatro años, cuando aún sin ser consciente de su propio ser, ya era responsable de llevar la vitualla a su casa después de vender bolsas en el mercado. Se sentía útil, feliz de poder ayudar a su madre a mantener a sus 10 hijos.
Su tierna edad y las buenas intenciones no fueron suficientes para crecer sin caer en las tentaciones de una vida fácil, pero cuán difícil se tornó su vida al comprenderlo.
Fue víctima y victimario, la sociedad juzga y no analiza. Veamos que hay un poco más allá, conozcamos el mundo de Jhovanny.
Un día en medio de sus labores cotidianas en el mercado se le acerco otro chamo
_Cara sucia, tu quieres real? No vendas más bolsas, yo te enseño la profesión de carterísta
Y aprendió, vaya si aprendió, según sus palabras aun con un dejo de orgullo me comentó
_Yo fui el mejor carterista del mercado, con dos dedos lograba sacarle los reales a la gente y ni cuenta se daban…
Y el dinero lo hacía girar en el torbellino del poder, si, ciertamente llevaba más dinero a su casa pero a qué precio, creció antes de tiempo, los jibaros veían en él la presa fácil y enseguida se convirtió en vasallo de las drogas a los 12 años y los vicios más despreciables fueron sus juguetes y compañeros
Ahora no solo no le llevaba a su madre el sustento, si no también le robaba, convertido en delincuente, malandro, ratero, ladrón, aprendió sin piedad a pasar por encima de las leyes convencionales y penetró en el sub-mundo de las bandas.
Ya vivía bajo el puente, y aprendió en la escuela de la vida a sobrevivir, siendo líder mientras veía caer a sus amigos, un muerto, otro, otro más, entre ellos su hermano.
Cada golpe lo endurecía más y lo convertía en el gran perdedor, heridas físicas y del alma lo laceraban, un tiro en la pierna, la perdida de la libertad, Preso!!!!
Paso por el reten de menores, se fugó del hospital, aprendió con sus maestros de cárcel a sobrevivir, a negociar a cambio de agresiones.
En el fondo, muy en el fondo a veces brotaba el instinto humano, y se apiadaba de las madres abandonadas bajo el puente con los bebes guindando en las flácidas tetas sin leche, con hambre y llanto de nacer bajo el destino incierto del anticipado repudio. Entonces salía Jhovanny como un justiciero convencido, a quitarle a algún transeúnte descuidado la cuota del hambriento niño, ese que yacía desmadejado entre la inmundicia de los oprimidos.
En esos días quizás me crucé contigo Jhovanny, siempre me respetaste y aún no se porque, pero en varias ocasiones tuviste un gesto amable hacia mí, por lo que siempre pensé en conversar contigo, que me contáras tu historia y poder compartirla. Todavia yo no sospechaba tu transformación, que te hizo recapacitar? Que fuerza tan grande te tocó para cambiar tu vida?

Sentado frente a mí, contándome, Jhovanny lo expresó con tanta sencillez, que hasta lo sentí como algo físico.
Tan simple como que un día asqueado de sí mismo, pensó que así no podía continuar, sintió el deseo de cambiar y como esas sorpresas inexplicables de la vida, un ser supremo, el azar, o la fé le sonrió. Se le acercó un hombre con la suficiente fuerza espiritual para convencerlo, rehabilitarlo y darle las herramientas básicas para que renaciera en sí mismo.
En el caso de Jhovanny, la religión lo rescato de seguir siendo un despojo de sí mismo.
Ahora comparte su testimonio con seres débiles que puedan absorber sus vivencias, con incrédulos que aún no se dan cuenta como intentan sobrevivir los verdaderos seres humanos, y con amigos que lo acompañan en su sonrisa, recién estrenada.
Espero que pronto su espíritu de superación lo siga guiando y algún día sea capaz de leer su propio testimonio, plasmado por mí, con inmenso respeto.

No hay comentarios:

"El Diablo de Cumaná"